White Lightnin’
Duración: 92 min
Director: Dominic Murphy
Guionistas: Eddy Moretti & Shane Smith
Reparto: Owen Campbell, Edward Hogg, Carrie Fisher
Perdonar, pero si en los siguientes minutos notáis un fuerte olor a gasolina, o cualquier otro producto liquido que valga para ser inhalado y también desprenda un olor que coloque, os pido perdón. Pero tengo que confesaros, que soy un pedazo de animal, una persona débil y que me gusta hacerme sufrir, aparte de ser drogadicto. Si en los siguientes párrafos veis, muy asiduamente, un vocabulario: enfermo, provocador, bíblico, violento u obsceno. No preocuparos, estoy bajo medicamentos y cuando puedo, sobre una nube de gasolina que me hace viajar sin temor ni conciencia a un estado de puro placer. Todo un éxtasis emocional y corporal jamás vivido con anterioridad. Por supuesto, esto conlleva arrastrar tras de mi, terribles actos de violencia, odio y desesperación. Nunca podré dejar atrás esa otra persona que se encuentra dentro de mí. Tendré que convivir con ella, morir con ella o fallecer por ella.
Resulta casi imposible, que no extraño (no se puede, aunque se intente, conocerlo todo) descubrir grandes joyas cinematográficas de continuo. Y no me refiero a películas buenas técnicamente o argumentalmente, por citar dos aspectos. Me refiero a películas “muy buenas”, que te dejan anonadado, que sobrepasan tus límites psíquicos que tenías hasta ese momento como tope, que llegan hasta el último rincón de ti que aún no estaba habitado. Películas que desde el primer segundo, concibes, sientes, que va muy en serio lo que estás viendo. Guiones sobresalientes, actuaciones; excelentes, una dirección notable, la fotografía y “White Lightnin’” sobre todo, impresionante. Su música, áspera como el desierto, pero eficaz como pocas. Montaje, escenarios y así, un sin fin de apartados hasta englobar todo un trabajo que sólo por su propio peso, ya es imposible de asimilar que tu sólo puedas con algo tan bueno e impactante. Después de ver “White Lightnin’” (como ocurre a veces) sólo te queda saborear lo impresionante y gratificante que puede llega a ser el mundo el séptimo arte. Excitante, placentero y único.
White Lightnin’ es Dominic Murphy (director), Eddy Moretti & Shane Smith (guionistas). Y Jesco White de joven (Owen Campbell) y de adulto (Edward Hogg). El resto, imprescindibles, pero estos, vitales en la confección y resultado de White Lightnin’.
Jesco White es el hijo de D-Ray, un gran bailarín de country a ritmo de banjo y toda una leyenda del lugar. Pese a ello, el niño no se muestra en absoluto interesado en seguir los pasos de su padre, y pasa su tiempo inhalando gasolina y aceite de mecheros, lo que le hace mantener un comportamiento violento y aterrador. Cuando sus adicciones van a más, hasta el punto de ser internado varias veces en centros de diversa índole y dureza, su padre decide enseñarle a bailar como él, como medio para retener sus impulsos diabólicos. Jesco no tarda en convertirse en una estrella, pero el asesinato de D-Ray y los fantasmas del pasado no tardarán en hacer mella sobre su ya de por sí frágil estabilidad mental.
“Al principio Dios creó la tierra y la luz… y todas la cosas buenas nacieron. Después de la caída celestial del Diablo… oh!, el hombre caminó por la tierra… y las guerras y el sufrimiento surgieron en la tierra. Dios lloró y se enfureció… y vinieron las inundaciones. Ahogando todo el mal que había echado raíces, enterrando al diablo en la tierra, en las rocas y en el aire. No podemos escondernos de él hasta que seamos lavados por el puro fuego del éxtasis”.
La vida de Jesco hasta convertirse en adulto, principalmente, puesto que de mayorcito también ingresará, será un ir y venir de casa a reformatorios y viceversa. -“Hay un momento en el reformatorio siendo este adulto, en el que Jesco intenta comer y otro enfermo mental decide… en serio, delirante total”-. Viviendo una atormentada vida llena de odio, drogas y violencia. Los flashbacks recordándonos su vida de joven nos pondrán (conmigo lo consiguió) los pelos de punta. Vamos, no creo que deje indiferente a nadie, es imposible. Y ya de maduro, una vez que la película “casi” deja los flashbacks atrás y se centra en el presente de White con una vida, digamos, más estable. Ya que decide viajar y actuar como bailarín en todos los pubs de carretera de esa América profunda. Veremos como, sin dejar de ser una persona débil, su vida empieza a encaminarse por el lugar correcto. Conocerá a Cilla, su curiosa novia y compañera de duras batallas amorosas, de espectáculos y por supuesto, la que sienta y sufra la fuerte ira de White. Su vida cambiará, pero sólo un poco, por momentos de felicidad.
Pero a Jesco le comen los demonios internos (no hay paz interior en él, ni en nosotros) cuando se entera de que los asesinos de su padre están en libertad. Comenzará entonces, el climax más asfixiante, salvaje, demoníaco y poético de todo el film. Se iniciará el descenso al infierno con todas sus consecuencias, se comunicará con Dios, se preguntará el por qué de muchas cosas y decidido a sumar su venganza, nada quedará tras de él. Jesco White está desatado, su odio se ha desbordado, no duerme, sólo piensa y maldice. White, Murphy y sus guionistas, harán que nos arrodillemos ante ellos, que nos quitemos el sombrero haciendo reverencia y aplaudamos hasta encharcar nuestros pies de sangre.
“Una vez el diablo está en tu sangre… tan pequeño que no puedes verlo… entonces no hay vuelta atrás. Está en tu piel, en tu corazón y tus huesos y allí crece. Él te mueve, y no hay nada que pueda hacer Jesús. Tu única esperanza es morir… o arrancarte las extremidades… para no hacer el trabajo del diablo. Córtate la lengua y los pies… porque ya no son tuyos sino de él”.
El tramo final, es, simplemente, espeluznante, enloquecedor, desesperanzador, amargo, directo, brutal y mágico. Sus últimos minutos, son hipnóticos, imposibles de olvidar en mil lustros. Tanta es la fuerza que desprende, que saldrá de tu televisor para arrancar tu vida del sillón. Para dejar de ti, solamente los huesos inservibles que tanto has castigado. Tal es su mensaje y como lo envía, que te costará volver a abrir los ojos sin ver a tu propio diablo o dios interior. Se te quedará el color propio de la película (sepia y gris) incrustado en tu piel. Su música, hará que tengas pesadillas a la vez que te deleitas con sus imponentes y sobrecogedoras notas que a su vez, son mezcladas con imágenes llevadas al límite de lo soportable (maravilloso).
¿La película perfecta?, creo que no hay ninguna perfecta (creo, no lo sé yo). La película que te abre el pecho y hurga entre tus pulmones, corazón e hígados?, para hacerte llorar de emoción, de dolor y decirte ella misma. El diablo existe, está dentro de ti, en algún lugar de tu pequeño y débil cuerpo, no lo subestimes jamás. Si. White lightnin’ es una jodida obra maestra. White lightnin’ es un bombazo capaz de llenar mentes de mierda y corazones de amargas experiencias. White lightnin’ es IMPRESCINDIBLE y necesitada de proyección durante esos mil lustros de los que os hablaba.
La manera de llevar o convertir el odio en violencia. El amor en sangre y el arte en un mero pasatiempos para intentar dejar atrás fantasmas de terribles fechorías, se ha contado pocas veces o ninguna, de esta manera. La vida de Jesco White era una fiesta, una broma y una tragedia. La vida de White está hecha para conmocionar al mundo y su película, para enmudecer al espectador.
White Lightnin’ es una clara lucha entre Dios y el Diablo, una evidente hostilidad con uno mismo. Una lucha por salir donde me he metido después de ver a Edward Hogg actuar y dejarme agilipollado y con la piel erizada.
Dedicada a Carde.